Charles Le Brun (1619–1690), The Conference of Monsieur Le Brun: Cheif [SIC] Painter to the French King, Upon Expression, General and Particular

2021 ◽  
pp. 363-372
Author(s):  
Katie Barclay ◽  
François Soyer
Keyword(s):  
1998 ◽  
Vol 122 (1) ◽  
pp. 38-54 ◽  
Author(s):  
Barbara Brejon de Lavergnée
Keyword(s):  

1970 ◽  
Vol 52 (4) ◽  
pp. 394-403
Author(s):  
Robert W. Berger
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Author(s):  
CARMEN LAGE VELOSO
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El empirismo inglés revitaliza el concepto de lo sublime formulado por Longino. Los vínculos con la retóricas cuya finalidad es fascinar al oyente,  sitúan esta categoría estética entre las más elevadas (hypsos) estrategias de seducción. Lo sublime eleva nuestra alma hasta el éxtasis,  inhibe nuestro razonamiento y quedamos atónitos, horrorizados, nuestras facultades paralizadas, sumidos en un estado de abandono. Determinadas imágenes de la escatología cristiana, como las grandes machines de las  cubiertas de los templos, perseguían un desprendimiento tal, una  elevación  hacia el límite, hacia lo inconmensurable. El primer pintor de Luis XIV, Charles Le Brun, encargado de todo el aparato propagandístico que rodeaba el absolutismo,  ofrece en Les expressions des passions de l’âme una extensa taxonomía de  las emociones humanas. No podemos evitar leer en el dibujo que dedica al ravissement (encantamiento o rapto),  evidentes analogías con l´enlèvement ou ravissement de l’Église, anteriormente relatado. Vinculado con la asimilación de los signficantes exiliados, con aquello que produce vértigo,  lo sublime funciona como discurso de legitimación del orden vigente y se sustenta en  la entrega del sujeto.  La corte dieciochesca no malgastaba sus recursos,  profundamente conocedora de la importancia de las estrategias de la vigilancia  y control. Lo sublime requiere individuos conmovidos, casi exaltados en éxtasis religioso, capaces de adhesiones fascinadas incluso ante los actos más horrendos. En La doctrina del shock, Naomi Klein describe la estrategia: para imponer reformas impopulares, se suele aprovechar algún estado de shock. Mientras los ciudadanos se recuperan del trauma se produce  un proceso de de aceptación. ¿Y si no sucede espontáneamente ninguna crisis? La respuesta es terrorífica. Muchos autores hablan del papel clave de lo sublime en la legitimación de la modernidad y en la configuración del relato postmoderno. Su recuperación ¿responde a una nueva  crisis de legitimación?  


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