Evitar la corrupción, implica un trabajo, que debe ser tratado de un modo plurifocal. Esto involucra no sólo combatirlo con la persecución de éste, sino que también con la educación, y mediante la delación del mismo. Por otro lado, se hace necesario, no sólo castigar a los que cometen el delito, sino hacer responsable a las personas jurídicas que se ven beneficiadas con un acto de corrupción. En este último sentido, Chile, y a instancia de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), dicta la ley No. 20.393 que busca sancionar penalmente a las personas jurídicas por la comisión de figuras penales. Sin embargo, la novedad de esta ley es la creación de un modelo preventivo como forma de aminorar la responsabilidad. Este modelo contempla la educación y obligación de denunciar el conocimiento de la comisión de los delitos. Las Universidades, como personas jurídicas y en especial como instituciones de educación de los futuros profesionales del país, deben estar preparadas, por una parte para no ser utilizadas como instrumentos por terceros para la comisión de delitos de lavado de activos, financiamiento de terrorismo, asociación ilícita, cohecho, receptación, entre otros, cuyo denominador común es la corrupción, y por otra, este modelo permite que los estudiantes sean partícipes, desde su vida en formación, de los mecanismos tendientes a evitar que los delitos de corrupción no queden impunes.