Una suerte de visión. La concepción de la fotografía como una conclusión experimental entre el arte y la ciencia.
Cuando hablamos de fotografía o de su precedente la heliografía nos situamos ante un imaginario que nacía vinculado al sol; una iconología lumínica que había sido construida a lo largo de siglos por sombras y proyecciones de luz que facilitaron el camino hacia la aparición del fenómeno fotográfico. Un imaginario perceptivo que nos ha llevado directamente a considerar un campo enormemente amplio de la visión que nos hace pensar en lo que Ralph Waldo Emerson dijo: “Con mucho, la mejor parte de cada mente no es aquella que él conoce, sino la que flota delante de él en los destellos, en las sugestiones, atormentándole sin llegar a ser poseída” (Ozick 2015). Es decir, quizá muchas de las imágenes que nos han conducido hasta a la fotografía hayan sido inaprensibles y espectrales, invisibles o flotantes, o quizá fueran tan solo espejismos; pero es muy posible que ese imaginario sobre lo invisible sea el lugar desde donde hemos logrado imaginar los descubrimientos que el arte y la ciencia inventarían posteriormente. Tal como nos explica y demuestra Arthur Zajonc en su ensayo Capturar la luz, la visión a través de nuestros propios ojos requiere de la imaginación para ver, pues la visión requiere de un proceso de aprendizaje largo y arduo hasta conseguir que la luz de la naturaleza y la luz de la mente logren entrelazarse y conectarse entre sí. "[…] Al margen del razonamiento analítico, todos los científicos (al igual que nosotros mismos) dependen de una suerte de visión, de una capacidad de discernimiento que ha sido formado a través de la experiencia reflexiva. Gracias a ella ven lo que tal vez otros, por mucho que observen los mismos fenómenos no verán nunca. Así es como los científicos realizan sus observaciones y descubrimientos" (Zajonc 2015, 208). Este breve comentario afecta por igual al arte y a la ciencia y resume de manera magnífica una parte esencial de la problemática con la que se enfrenta esta investigación, pues la aparición de la fotografía no sólo proporcionó un instrumento para mejorar nuestra visión, sino que su aparición cuestionó la percepción interior que hasta entonces teníamos del mundo. En este trabajo se ha considerado –igual que lo han hecho anteriormente autores como R. Krauss–, que actualmente es imprescindible realizar de una forma renovada una historia de la fotografía que se aparte del discurso dominante y sea capaz de reflejar con mayor exactitud como fueron los esfuerzos conjuntos del arte y la ciencia, los que lograron Atrapar la luz a través de la fotografía. Descubrimientos como la cámara oscura, el telescopio o el microscopio permitieron dar uso a estas aplicaciones ópticas al incorporarlas en el proceso fotográfico. No cabe duda de que fueron Niepce, Daguerre, Talbot, Bayard y Florence los inventores de la materialidad fotográfica, pero no podemos ignorar la importancia de Schulze, Fulhame, Charles o Wedgwood como precedentes de esta gran genealogía accidental. Tal como considera Hubert Damisch, la fotografía ha tenido una trayectoria que se ha desviado de sí misma hasta regresar de nuevo a sus comienzos, intentando sacar de “esta involución reflexiva, su recurso principal” (Krauss 2002, 8). Esta ponencia indaga en esa misma dirección y propósito, dado que todavía nos encontramos bastante lejos de comprender la amplitud de lo sucedido. Bibliografía: KRAUSS, R.E. (2002). Lo fotográfico: por una teoría de los desplazamientos. Barcelona: Gustavo Gili. OZICK, C. (2015). Cynthia Ozick ante el daimon de Harold Bloom. El Cultural. El Mundo., 19 de junio 2015, sec.Libros. Ensayo.<http://www.elcultural.com/revista/letras/Cynthia-Ozick-ante-el-daimon-deHaroldBloom/36641>. [Consulta: 20 de julio de 2015] ZAJONC, A. (2015). Capturar la luz: la historia entrelazada de la luz y la mente. Girona: Atalanta.