En el mapa de la poesía mexicana de los siglos XX y XXI se aprecia una intensa presencia del carácter melancólico. En esta línea podrían ubicarse Ramón López Velarde, Xavier Villaurrutia, Efraín Huerta, Jaime Labastida, Francisco Hernández o Marco Antonio Campos, entre otros. Cada uno de estos autores ha poetizado algunas do las múltiples caras de la tristeza, desdo el tedio y el abatimiento hasta la exacerbación erótica, la pasión patriótica o, más frecuentemente, la angustia por la enfermedad, el suicidio y la muerte. Dada mi convicción de que la obra de Jaime Sabines es fruto del humor melancólico —en particular de algunas de las manifestaciones de éste descritas desde la filosofía, la sociología y la antropología— y puesto que puede explicar su casi completa renuncia a la creación poética bastantes años antes de su muerte, este trabajo lee al autor chiapaneco a la luz de algunos destacados estudios sobre la melancolía (Agamben, Bartra, Paz, Castro Santiago o Arancibia).