scholarly journals Uso de cajas-nido por la guacamaya roja (Ara macao) en la región de Los Tuxtlas, Veracruz

2020 ◽  
Vol 21 (2) ◽  
Author(s):  
Alfredo Omar Gómez-Gómez ◽  
Patricia Escalante-Pliego ◽  
Miguel Ángel Mosqueda-Cabrera

Los nidos artificiales son una herramienta de gran potencial para recuperar poblaciones silvestres, pero han tenido respuesta variable por parte de los psitácidos. En 2014, se inició la reintroducción de la guacamaya roja, una especie en peligro de extinción, en Los Tuxtlas, Veracruz, México. Actualmente cuenta con 120 guacamayas libres que forman una nueva población silvestre. En el presente estudio exploramos la colocación de nidos artificiales como sitios de anidación para esta población reintroducida. Colocamos 17 cajas-nido de diferentes materiales, cubiertas con diversos aditivos para evitar la competencia con abejas, éstas las monitoreamos durante un total de 1496 horas en 11 meses de muestreo. Seis cajas nido tuvieron presencia constante de guacamayas, dos de ellas contenían largos trozos de viruta desprendidos con su pico, y plumas pectorales pequeñas, y otra tuvo la puesta de un huevo de guacamaya, acompañada también de plumas pectorales y timoneras. Dos de las cajas no fueron accesibles a las guacamayas por la invasión y establecimiento de colmenas de Apis mellifera, y otra fue visitada por un depredador (Potos flavus). Las cajas-nido visitadas por guacamayas se encontraban instaladas en árboles de las especies Ficus insípida y Sapium lateriflorum a una altura promedio de 20 m, con una vista periférica libre del 71.7% en los nidos ocupados. El aditivo empleado para ahuyentar abejas y el material de la caja-nido no mostraron diferencias marcadas en relación con su ocupación, aunque hay indicios de que la visibilidad periférica, la conectividad de la caja-nido y la altura en el árbol pueden ser factores para la visitación de las cajas-nido por la guacamaya roja, debido a la posible ventaja de poder vigilar el acceso de depredadores potenciales al nido, las pruebas no fueron significativas.

Author(s):  
Maria Anna Pabst

In addition to the compound eyes, honeybees have three dorsal ocelli on the vertex of the head. Each ocellus has about 800 elongated photoreceptor cells. They are paired and the distal segment of each pair bears densely packed microvilli forming together a platelike fused rhabdom. Beneath a common cuticular lens a single layer of corneagenous cells is present.Ultrastructural studies were made of the retina of praepupae, different pupal stages and adult worker bees by thin sections and freeze-etch preparations. In praepupae the ocellar anlage consists of a conical group of epidermal cells that differentiate to photoreceptor cells, glial cells and corneagenous cells. Some photoreceptor cells are already paired and show disarrayed microvilli with circularly ordered filaments inside. In ocelli of 2-day-old pupae, when a retinogenous and a lentinogenous cell layer can be clearly distinguished, cell membranes of the distal part of two photoreceptor cells begin to interdigitate with each other and so start to form the definitive microvilli. At the beginning the microvilli often occupy the whole width of the developing rhabdom (Fig. 1).


2016 ◽  
Vol 51 (2) ◽  
pp. 156-171
Author(s):  
А.В. СПРЫГИН ◽  
◽  
Ю.Ю. БАБИН ◽  
Е.М. ХАНБЕКОВА ◽  
Л.Е. РУБЦОВА ◽  
...  

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