Patricia Correa-Ghisays
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Joan Vicent Sánchez-Ortí
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Vicent Balanzá-Martínez
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Joan Vila-Francés
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La neuroplasticidad se puede definir como la capacidad del sistema nervioso para responder a estímulos intrínsecos o extrínsecos reorganizando su estructura, función y conexiones. El avance en la compresión de este tipo de conectividad y los mecanismos de adaptación del sistema nervioso, desde las moléculas hasta las conexiones sinápticas, las redes neuronales y el comportamiento humano, ha ido generando una nueva perspectiva en la investigación del funcionamiento cerebral y sus mecanismos de recuperación de regeneración. En los últimos años, los investigadores han buscado mecanismos subyacentes a esta capacidad, identificando posibles factores epigenéticos, biomarcadores y algunos procesos cognitivos relacionados, con el fin de determinar diagnósticos eficaces, prevención y pronóstico de la enfermedad y desarrollar terapias más potentes para mejorar el funcionamiento cognitivo y social, y la calidad de vida de las personas afectadas por trastornos mentales graves (TMG) como el trastorno depresivo mayor (TDM), el trastorno bipolar (TB) y la esquizofrenia (EZ), y el de otras con enfermedades crónicas que cursan con deterioro cognitivo como la diabetes mellitus tipo 2 (DMT2). Se han identificado terapias prometedoras, intervenciones neurofarmacéuticas y estimulación cerebral, que permiten optimizar el funcionamiento de estas personas, sin embargo, su eficacia para estimular la capacidad neuroplástica como tal o impedir su deterioro, sigue siendo muy limitada. La memoria, el aprendizaje, y funciones ejecutivas como la memoria de trabajo, la velocidad de procesamiento de la información y la flexibilidad cognitiva son dominios cognitivos que posibilitan que el ser humano pueda hacer cambios en su organismo para adaptarse a un entorno variable, por tanto se les podría relacionar directamente con la neuroplasticidad humana. Por esto, los nuevos métodos para evaluar y estimular la neuroplasticidad humana, además de la identificación e intervención sobre marcadores y mecanismos biológicos, deberían incluir en sus protocolos aquellos procesos cognitivos que dependen de la experiencia. El objetivo general de este trabajo fue describir la neuroplasticidad de personas con DMT2, TDM, TB, y EZ, en comparación con controles sanos (CS), desde un enfoque neuropsicológico, por medio de la evaluación de funciones cognitivas asociadas directamente a la neuroplasticidad humana como la memoria, el aprendizaje y la flexibilidad cognitiva. Se incluyeron 135 participantes: 30 con EZ, 41 con TB y 34 con TDM de acuerdo con los criterios del DSM-5 y un grupo de 30 CS; los cuales fueron evaluados en dos momentos distintos a lo largo de un año de seguimiento. Además de evaluar el estado clínico y el funcionamiento social, se utilizó una amplia batería para evaluar el funcionamiento cognitivo, seleccionando para los análisis las variables de interés: 1) Memoria (inmediata, a corto plazo y a largo plazo) evaluada con el TAVEC, 2) Aprendizaje evaluado con el subtest Dígitos-Directo del Wais-III y la variable V3-RI-AT del TAVEC; 3) Funciones ejectivas: a) Memoria de trabajo evaluada con el subtest Dígitos-Inverso del Wais-III y el TMT-B, b) Velocidad de procesamiento evaluada con el subtes Clave de Números del Wais-III y el TMT-A, c) Flexibilidad cognitiva evaluada con el WCST. Los resultados mostraron un funcionamiento cognitivo superior en el grupo de CS, permaneciendo estable en ambos momentos. Los grupos con diagnóstico de TMG tuvieron puntuaciones más bajas que los CS, con pocas diferencias significativas entre ellos. En la mayoría de las variables, las personas con TB y con EZ tuvieron puntuaciones medias similares, en comparación con las de las personas con TDM; estos hallazgos se mantienen a lo largo del tiempo. Se puede concluir que existe evidencia para sugerir que las funciones cognitivas asociadas a la neuroplasticidad se preservan a lo largo del tiempo en una población normal, mientras que en las personas adultas diagnosticadas con TMG se presenta un deterioro cognitivo estable, relacionado con una menor neuroplasticidad, y se comporta de manera similar e inferior en los grupos diagnosticados con EZ y BD que en personas con TDM.