<p><em>¿Quién le teme a Virginia Woolf?, </em>de Edward Albee, es una obra que recoge las resonancias más típicamente contemporáneas del teatro actual. Generalizando, podemos sintetizar las tendencias que privan en el teatro contemporáneo en dos grandes corrientes: el llamado teatro del absurdo y otro, más o menos tradicional, en el que todavía se hace sentir como fuerza rectora el bien o el mal llamado realismo, con aportes del naturalismo y del expresionismo. Me refiero a un teatro de personajes que imitan a las personas, en un mundo reconocible en el que imperan leyes físicas de espacio y tiempo, dentro de una situación dramática que conduce a una resolución. Un teatro que ha desoído a August Strindberg, que en el Prefacio a <em>Ett Driimspel </em>(Obra de sueño, 1906), anunciaba un nuevo teatro en el que "el tiempo y el espacio no existen. Sobre una leve base de realidad, la imaginación hila y trama nuevos modelos hechos de recuerdos, experiencias, fantasías desenfrenadas, cosas absurdas e improvisaciones". Los personajes dejan a un lado la lógica, la historia y la psicología, para adentrarse en el mundo del absurdo.</p><p> </p>