Sancho en la ínsula gobierna como un Salomón, piensan sus paisanos. Y efectivamente, no cabe duda de que en el episodio de Barataria el escudero hace gala de inteligencia, perspicacia y prudencia, cualidades que hasta entonces no formaban parte de su acervo. La explicación de tan extraordinario cambio habría que buscarla, en opinión de Madariaga y otros críticos, en la constante interacción con su amo; la mutua influencia de los dos andantes habría restituido a don Quijote a la realidad del mundo cotidiano y proyectado a Sancho a unas esferas del ser social antes inalcanzables para él. Esta visión de las relaciones entre amo y escudero, a mi ver, pierde de vista el hecho de que ambos, además de relacionarse entre sí, tienen que hacerlo con los demás y con el contexto que los envuelve; en una palabra, no los considera como elementos de un sistema, condicionados por los cambios del mismo y por sus procesos de auto-organización en respuesta a determinados estímulos externos. Este trabajo acepta como base de partida justamente ese aserto y propone la capacidad de resiliencia de los dos personajes, y por extensión de la novela de Cervantes, a los traumas del ambiente externo como la clave para la instauración en 1615 de un nuevo equilibrio homeostático del sistema narrativo del que surgirá incluso un nuevo modelo de novela.