En el último par de décadas, la cultura japonesa ha adquirido una creciente importancia en los ámbitos económico, cultural y académico. En un inicio, la presencia de productos culturales nipones en mercados alrededor del mundo derivaba de las propias fuerzas de mercado, y el gobierno japonés no hacía mayor intento por potencializar los beneficios del creciente interés que la cultura estaba despertando. Sin embargo, analistas académicos y económicos de Japón y del extranjero comenzaron a notar la progresiva influencia que los productos culturales de origen japonés, como el anime, el manga, los videojuegos, la música y otros contenidos estaban ganando en todo el mundo, en competencia contra la hegemonía cultural estadounidense. Fue luego de varias llamadas de atención de especialistas, de varios años de planes y proyectos, así como de los avances económicos y de promoción cultural de otras potencias asiáticas, que el gobierno japonés lanzó oficialmente un plan de políticas para la promoción cultural del país. Este artículo contextualiza y discute acerca de dichas políticas, conocidas como “Cool Japan”. En primer lugar se examinan la situación interna y las influencias externas que llevaron al gobierno a reconocer en la cultura popular nacional una llave para el crecimiento económico por medio de la atracción de capitales y consumidores extranjeros. Se argumenta que ante la competencia económica y las agresivas políticas culturales de la República de Corea, las cuales amenazaron el mercado nacional de contenidos, las élites culturales y económicas japonesas llamaron al gobierno a tomar medidas que desembocaron en el establecimiento de la Oficina de Promoción de las Industrias Culturales Cool Japan. A continuación, se analiza la importancia que tiene para Japón la generación de soft power para la mejora de sus relaciones internacionales y de su situación económica. En este sentido, se estudia una de las tácticas multifacéticas que el gobierno ha utilizado desde el año 2010 en el marco del Cool Japan y que, en ese momento, estaba enfocada tanto a restablecer el interés de los japoneses en su propia cultura a fin de promover el turismo nacional e impulsar las economías rurales, como a promover los productos y servicios nipones en el exterior a través de la representación deimágenes convencionales del país. Finalmente, se examina el efecto que tuvo el desastre natural y nuclear de 2011 en las prioridades del gobierno y el enfoquede las políticas culturales. Se encuentra un cambio en el interés por el exterior y el desarrollo de un doble discurso mediático que, por un lado, busca atraer a los extranjeros a las tradiciones y las cualidades culturales japonesas, como la amabilidad, el respeto y la creatividad, y por otro, está dedicado al fortalecimiento de la identidad nacional invocando ideas del discurso de nacionalismo cultural Nihonjinron que defiende cualidades “únicas” de los japoneses, e implícitamente rechaza influjos foráneos.