En primera persona (del plural): Carrère, Flaubert y la escritura sagrada
Con L’Adversaire, Emmanuel Carrère da un giro radical a su obra; al tiempo que abandona el género novelesco, renuncia al estilo impersonal flaubertiano. Mediante ficciones controladas y valiéndose de un «yo de método», logra llevar en Le Royaume la literatura inquisitiva a su máxima expresión. Esta indagación sobre los orígenes del cristianismo es también un retrato ficticio pero plausible de Lucas el evangelista como escritor y en consecuencia un estudio narrativo. Carrère se interroga acerca del extraño «nosotros» de los Hechos de los Apóstoles vinculado indirectamente con el famoso «nosotros» de Madame Bovary. Del análisis de estas tres obras se desprende que la impronta de Gustave Flaubert ha seguido siendo profunda y que Carrère comparte con él una concepción de la literatura donde se mezclan lo sacro y lo profano.