In The Shock Doctrine Naomi Klein rightly critiques capitalism in its repressive ‘market fundamentalist’ avatar. But she does not problematise ‘democratic capitalism’ or the very form of capitalist democracy. Instead she advocates the latter. Thus for her the role of social movements is limited to the extension of democracy, from the political sphere, to the economic. No problem as such there – until we find that her advocacy for social movements derives from the need to make sure “disillusioned citizens would not go looking once again for a more appealing ideology, whether fascism or Communism” (p. 54). It is hard to overlook her liberal rationale. Neoliberalism must be challenged, since it is a bad candidate to keep the ‘hard left’ in check. Klein functions within the paradigm of the ‘end of ideology’ and the ‘end of history’: anything beyond liberal capitalist democracy takes us to ‘totalitarianism’, where fascism and communism merge. Social movements and people's subjectivity that tend towards the ‘hard left’ (for example, those on the left of Allende's democratic socialism in Chile who were fighting the coup), finds mention in her analysis, if at all, only to be repudiated as a danger. En su La Doctrina del Shock, Naomi Klein critica correctamente al capitalismo en su versión represiva, de ‘fundamentalismo de mercado’, pero no problema-tiza sobre ‘el capitalismo democrático’, o sobre la forma de la democracia capitalista misma. De lo contrario, la apoya. Es decir que para ella el rol de los movimientos sociales se limita a extender la democracia desde la esfera de la política hacia la de la economía. Hasta ahí no hay problema, hasta que nos encontramos con que su apoyo a los movimientos sociales es un resultado de la necesidad de asegurar que “ciudadanxs desilusinadxs no se [metan] en la búsqueda de una ideología más cercana a sus intereses, sea el facismo o el comunismo” (p. 54). Resulta difícil dejar de lado su racionalidad liberal: hay que desafiar al neoliberalismo porque no es buen candidato a mantener a la ‘izquierda dura’ bajo control. Klein funciona claramente dentro del paradigma del ‘fin de las ideologías’ y del ‘fin de la historia’: todo lo que existe más allá de la democracia liberal capitalista es el ‘totalitarismo’, adonde !facismo y comunismo se fusionan! Los movimientos sociales y la subjetividad de quienes tienden hacia la ‘izquierda dura’ (por ejemplo, aquellxs a la izquierda del socialismo democrático de Allende en Chile que lucharon contra el golpe) son mencionados en su análisis (si es que son mencionados) sólo para ser repudiados por ser considerados como un peligro.