David Chalmers' Arguments for Property Dualism

1999 ◽  
Vol 43 (3) ◽  
pp. 292-301
Author(s):  
Daniel Bratcher ◽  
Disputatio ◽  
2019 ◽  
Vol 11 (55) ◽  
pp. 345-369
Author(s):  
Peter Ludlow

AbstractDavid Chalmers argues that virtual objects exist in the form of data structures that have causal powers. I argue that there is a large class of virtual objects that are social objects and that do not depend upon data structures for their existence. I also argue that data structures are themselves fundamentally social objects. Thus, virtual objects are fundamentally social objects.


Author(s):  
Daniel Stoljar

This chapter criticizes two disagreement arguments for pessimism. The first, due to David Chalmers, asserts on empirical grounds that there is no large collective convergence to, or agreement on, the truth on the big questions of philosophy. The second, inspired by Peter van Inwagen, asserts that disagreement in philosophy is of a certain special epistemological kind, viz., it rationally requires suspension of judgement, at least in many cases; hence progress is impossible. The existence of ‘epistemic peers’ as a condition of suspension of judgement is discussed. It is suggested that neither argument is persuasive. The chapter ends by asking whether any argument from disagreement may succeed.


Metaphysica ◽  
2020 ◽  
Vol 21 (2) ◽  
pp. 279-295
Author(s):  
Vassilis Livanios

AbstractUntil recently, the powerful qualities view about properties has been effectively identified with the so-called identity theory. Yet, the difficulties that the latter faces (especially concerning the interpretation of its core claim that dispositionality and qualitativity are identical) have led some metaphysicians to propose (at least provisionally) new versions of the powerful qualities view. This paper discusses the prospects of three such versions: the compound view, the higher-order properties theory and the dual aspect account. It is argued that the compound view is in fact property dualism in disguise, while the higher-order properties theory does not by itself provide a metaphysically convincing solution to Armstrong’s dilemma concerning the modal status of the relation between dispositionality and categoricality. Finally, it is argued that it is not clear whether the dual aspect account is distinct from identity theory and pure powerism.


Author(s):  
Vadim V. Vasilyev ◽  

In this paper I discuss some aspects of the problem of carriers of human mind and person. The main emphasis is placed on the origin of our idea of the identi­cal self in the stream of perceptions, the need for a physical carrier of our self and person, and on possibility of replacing the biological carriers of self and per­son with artificial analogues. I argue that the idea of identical self is constructed by reflection on memories, that its truth is guaranteed by continuous stream of perceptions kept in memories, and that the stream of perceptions presupposes the presence of a normally functioning brain, which can be considered as a car­rier of our mind and person. Therefore, personal identity turns out to be depen­dent on the identity of the brain in time. An attempt to copy the structures of mind and person onto other possible carriers can thus only lead to creation of duplicates of the original person, but not to the continuation of its existence on another carrier. I argue that the gradual replacement of their components with artificial analogues is a more promising way of transforming the biological carri­ers of human person. To access the possible consequences of such a replacement I analyze arguments of John Searle and David Chalmers, designed to show, re­spectively, the disappearance of consciousness and person with such a replace­ment and, on the contrary, their preservation in a previous state. I explain why Searle’s arguments are unconvincing, and demonstrate that Chalmers’ arguments are based on a hidden premise, the confirmation of which is possible in the con­text of dubious theories of mind-body identity, epiphenomenalism or panpsy­chism only. I conclude that in the current situation it is impossible to predict which consequences for our person would follow such a replacement.


Author(s):  
Jeffrey C. King

This article examines the main lines of contemporary thinking about analysis in philosophy. It first considers G. E. Moore’s statement of the paradox of analysis. It then reviews a number of accounts of analysis that address the paradox of analysis, including the account offered by Ernest Sosa 1983 and others by Felicia Ackerman (1981, 1986, 1991); the latter gives an account of analysis on which properties are the objects of analysis. It also discusses Jeffrey C. King’s (1998, 2007) accounts of philosophical analysis, before turning to views of analysis that are not aimed at addressing the paradox of analysis, including those associated with David Lewis, Frank Jackson, and David Chalmers. In particular, it comments on Lewis’s argument that conceptual analysis is simply a means for picking out the physical state that occupies a certain role, where formulating what that role is constitutes a conceptual analysis of the relevant notion.


Salud Mental ◽  
2002 ◽  
Vol 25 (5) ◽  
pp. 1 ◽  
Author(s):  
Ramón De la Fuente

Tener conciencia, es la experiencia más familiar y directa que tenemos los humanos, pero es también un misterio que concierne a los psiquiatras, los biólogos y los filósofos. La aproximación científica al problema es reciente porque para iniciarla fue necesario superar tradicionales obstáculos filosóficos y problemas metodológicos. La principal dificultad radica en que la conciencia es experiencia personal y privada. Para la mayoría de los científicos, la conciencia tiene su asiento en el cerebro y es abordable en términos de la actividad global de grandes conjuntos de neuronas interactuantes. Se asume que sus mecanismos neurales son susceptibles de ser aclarados. Algunos estudiosos del tema han llegado a la conclusión de que la conciencia es un proceso imposible de esclarecer. El concepto de "estados alterados de conciencia" se refiere a fenómenos en los límites de la normalidad, como los que se generan en la meditación trascendental, el trance y el éxtasis y en las experiencias de "revelación", o de "posesión", la hipnosis y la disociación. Estos estados pueden estar basados en mecanismos neurofisiológicos comunes que son modelados en su expresión por los contextos situacionales y culturales en que se dan. En la clínica psicopatológica y neurológica, son también notables las alteraciones de la autoconciencia que frecuentemente acompañan a diversos trastornos mentales y algunas veces constituyen su esencia. De hecho, una gran parte de la psicopatología se expresa por alteraciones de la conciencia. Conocer el sustrato neural de estas variedades de experiencia normales y patológicas, puede contribuir al mejor conocimiento de la conciencia y de nuestra convicción de ser los agentes de nuestros pensamientos y acciones. La conciencia no podría escapar al proceso evolutivo, porque la conciencia es una capacidad adaptativa que en algún grado no es propiedad exclusiva del hombre superior, si bien tener conciencia de tener conciencia es una propiedad única del hombre. Surge la pregunta de si la actividad cerebral humana difiere cualitativamente de la actividad cerebral de los animales superiores más cercanos al hombre como son los primates. Es aparente que los animales superiores tienen conciencia aunque no tengan la capacidad de razonar acerca de su propia experiencia. La psicología ha contribuido al estudio de la conciencia desde la década de 1920, en que William James lo abordó con un enfoque naturalista. Sus observaciones y conceptos conservan interés para los teóricos y los investigadores experimentales. Recientemente, los psicólogos cognitivistas han definido más finamente sus conceptos, se han unido con colegas del campo de la neurobiología, la computación y la lingüística y construyen paso a paso una ciencia de la mente, y hacen aportaciones al estudio de la conciencia. En cuanto a las contribuciones de la filosofía, se hace alusión a la controversia reciente entre dos filósofos expertos en el estudio de la conciencia, David Chalmers y Daniel Dennett. Este último opina que el tema de la conciencia puede reducirse a un conjunto de problemas que son manejables a nivel neural y sólo resta conocer los detalles. David Chalmers, por su parte, propone que en el estudio de la conciencia hay "problemas fáciles" y "otros difíciles". Los problemas fáciles, no son más desafiantes que la mayoría de los problemas de la psicología y de la biología, en tanto que los problemas difíciles son un misterio. El conocimiento de la corteza cerebral humana, avanza en las dos últimas décadas a una velocidad vertiginosa. Se han abordado aspectos de la mente-cerebro como la atención, la percepción, la memoria, el aprendizaje y también la conciencia. El autor se refiere a la explicación neurobiológica de la conciencia propuesta por Antonio Damasio, que incorpora a los estados afectivos y al Yo como sujeto y como agente; a su juicio, el formato básico de la conciencia no es el pensamiento sino el sentimiento, y distingue dos niveles de conciencia: la conciencia básica y la conciencia extensa. Por su parte, F. Crick propone que la conciencia emerge de un proceso que combina la atención con la memoria de corto plazo. El autor se refiere al que considera el avance más espectacular en el estudio neurobiológico de la conciencia, el trabajo de Rodolfo Llinás, quien propone que son señales eléctricas las que dan lugar a la conciencia; las oscilaciones que se generan en las neuronas del tálamo y lo ligan con todas las regiones de la corteza cerebral, explican que nuestras imágenes conscientes estén integradas; estar consciente es un estado que justamente corresponde a la realidad externa, pero no tiene realidad objetiva. Los científicos de la computación nos asombran con las habilidades de sus máquinas. En comparación con las computadoras modernas, el cerebro está limitado para formar con rapidez coaliciones neuronales; las neuronas actúan muy lentamente. Sin embargo, las computadoras no pueden hacer más funciones que las que hace un animal, ya que su cerebro posee las propiedades de un órgano biológico. Es posible que el velo de ignorancia que en el pasado ha cubierto a la conciencia se desvanezca conforme conozcamos mejor los mecanismos íntimos de la actividad cerebral. Si la conciencia está sujeta a las leyes que gobiernan otras funciones del organismo podría ser explicada por actividades del cerebro que todavía no han sido descubiertas. La neurobiología con sus técnicas finas, habrá de revelar en el futuro, la base neural de la conciencia, y reducir "la brecha explicativa". Estamos sólo al principio de penetrar el misterio de la conciencia.


2020 ◽  
Vol 13 (3) ◽  
pp. 162-174
Author(s):  
Timofey S. Demin ◽  

2003 ◽  
pp. 235-258
Author(s):  
Desmond M. Clarke
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