EL PREMIO DE LA PLATA: LA PRIMA DE RIESGO DEL SIGLO XVII
En el verano de 2012, en plena crisis de deuda soberana en la UE, el entonces gobernador del BCE, Mario Draghi, lanzó un mensaje para calmar a los mercados financieros: “The ECB is ready to do whatever it takes to preserve the euro.” En el fondo estaba transmi- tiendo que si era necesario crear dinero de la nada o expandir arti- ficialmente la masa monetaria, se haría, o lo que es lo mismo, si había que manipular el dinero, se haría. Desde el origen de los pri- meros imperios, y con la creación de los estados modernos, la manipulación del dinero en beneficio de la acción política ha sido un recurso que los políticos no han dudado en utilizar. Los Empe- radores Romanos, Enrique VIII de Inglaterra o Felipe IV de España, muchos gobernantes manipularon el dinero, esperando con ello solucionar sus problemas financieros. Sin embargo, lo único que consiguieron fue inflación, destrucción de la actividad económica y un agravamiento de la crisis que pretendían solucionar. La intervención del gobierno de la monarquía sobre la moneda con una finalidad fiscal fue un arbitrio profusamente utilizado en Castilla durante la época de gobierno de la Casa de Austria, espe- cialmente en los reinados de Felipe III y Felipe IV. En estos años confluyen el auge del absolutismo político con las cada vez más acuciantes necesidades de la Monarquía Hispánica, que se desan- graba desde el punto de vista financiero como consecuencia del monumental esfuerzo que suponía el mantenimiento de los frentes bélicos en el norte de Europa. Para financiar la política imperial, la Corona recurrió a todo tipo de arbitrios que le permitiesen incre- mentar sus ingresos, y en ese contexto se incardinan las manipula- ciones monetarias del siglo XVII, que han sido, quizás, uno de los rasgos que mejor definen la llamada Decadencia o crisis castellana del siglo XVII. El continuo intervencionismo del gobierno sobre el dinero des- truyó el sistema monetario imposibilitando la fijación de precios, el cálculo económico y el libre ejercicio de la función empresarial. Los agricultores y artesanos, comerciantes e incluso los hombres de negocios vieron cómo las señales que emplea el mercado para decidir sobre dónde y cuándo invertir fueron manipuladas al ser- vicio de una política del gobierno. Las consecuencias de la mani- pulación del dinero, primero en forma de una elevada inflación, y después con la aparición del premio de la plata, terminaron por agravar aún más la crisis de la economía del siglo XVII.