James Malloy’s 1970 study, still one of the most systematic analytical attempts in English to understand Bolivia’s 1952 National Revolution, argued that the revolution remained “uncompleted.” However, the election and subsequent policies of the Morales government after 2005 moved Bolivia much closer to completing two important stated objectives of the revolution, as yet unfulfilled when Malloy wrote: inclusion of all Bolivians in the political system and increased national autonomy. While it is premature to call Bolivia’s revolution “completed,” the shift in the locus of power from Europeanized elites to more broadly popular forces and the growing independence of Bolivia from outside influence and direction under Morales are key achievements of what might be called Bolivia’s “Long Revolution.” Giving close attention to these two fundamental achievements—inclusion and autonomy—this paper provides a preliminary examination of the complicated and often paradoxical role the United States has played in Bolivia’s long historical trajectory since April 1952. Directly and indirectly, through imposition and suggestion, purposefully and unintentionally, by providing assistance and at the same time stimulating fierce nationalist resistance, through design and through the twists and turns of historical contingency—the United States has contributed to Bolivia’s slow revolutionary transformation. But patterns of imposition and resistance continue and this paper argues that it is time for the United States to examine its assumptions so that the two nations can escape the cyclical patterns of the past.El trabajo que James Malloy publicó en 1970 (hasta hoy día uno de los esfuerzos analíticos más sistemáticos que se han hecho en inglés para entender la Revolución Nacional de 1952), argumentaba que la revolución permanecía "incompleta". Las elecciones y subsiguientes políticas del gobierno de Morales después de 2005 llevaron a Bolivia mucho más cerca de completar dos de los objetivos importantes que buscaba la revolución y que todavía no se habían cumplidos cuando Malloy publicó su trabajo: la inclusión de todos los bolivianos en el sistema político y el incremento de autonomía nacional. Si bien es prematuro pensar que la revolución boliviana esté "terminada", el cambio operado en el lugar del poder, que de elites europeizads se ha desplazado a fuerzas más ampliamente populares, y la creciente independencia de Bolivia respecto a influencias y direcciones externas, son logros clave de lo que podría llamarse la "larga revolución" boliviana. Prestando atención a esos dos logros fundamentales (la inclusión y la autonomía), este artículo ofrece un examen preliminar del complicado y a menudo paradójico rol que Estados Unidos ha desempeñado en la larga trayectoria histórica de Bolivia desde abril de 1952. Directa e indirectamente, a través de la imposición y la sugerencia, de manera deliberada y no intencional, proporcionando asistencia y al mismo tiempo estimulando una feroz resistencia nacionalista, mediante programas diseñados y giros de la contingencia histórica, Estados Unidos ha contribuido a la lenta transformación revolucionaria en Bolivia. Pero los patrones de imposición y resistencia continúan, y este artículo sostiene que ha llegado la hora de que los Estados Unidos examinen sus supuestos para que las dos naciones puedan evitar la repetición de patrones cíclicos del pasado.