"El panorama de la psicoterapia con clientes lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) ha evolucionado tan drásticamente en la historia reciente que parecería irreconocible para quienes definieron el campo hace sólo cinco décadas. La primera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, American Psychiatric Association, 1952) describía la “homosexualidad” como una alteración de la personalidad sociopática que requería un tratamiento a largo plazo. Casi tres décadas más tarde, catalizado en parte por el movimiento de liberación gay, así como por la investigación sobre la prevalencia y los correlatos psicológicos de la atracción por el mismo sexo y la conducta sexual (Hooker, 1957; Kinsey et al., 1948; Kinsey et al., 1953), el DSM-III cambió de dirección, volviendo a categorizar la “homosexualidad” como un “trastorno de la orientación sexual” (Asociación Americana de Psicología, 1980). No fue hasta 1987 que la profesión eliminó todos los restos de sus anteriores caracterizaciones de “el homosexual” como perturbado, patológico, o regresivo del sistema DSM (DSM-III-R, American Psychiatric Association, 1987)..."