El presente texto, es un acumulado de momentos, escritos por un adulto con corazón de niño, es decir, imperfecto, sensible, noble, sin embargo, a la vez afrontando las dificultades y responsabilidades de la vida adulta. La técnica empleada en este poemario es la prosa, que me permite expresar de manera natural vivencias, y que pueda plasmarlo de forma escrita, sin la exigencia que implica un verso métrico o una rima, que los grandes Cesar Vallejo, Pablo Neruda, Gustavo Adolfo Bécquer o Gabriela Mistral, entre otros; utilizaron de manera magistral. Sin embargo, vale también mencionar que grandes poetas como Octavio Paz, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Alejandra Pizarnik y Silvia Plath entre otros, utilizaron la técnica prosa también de manera brillante. Salvando las distancias de los grandes exponentes poetas, este pequeño poemario, en su estilo propio y original, también intenta explorar y expresar una parte de las profundidades del alma o de la consciencia o de la inconsciencia que difundieron Sigmund Freud Y Carl Jung, con el objetivo de sacar a la luz o al campo consciente de nuestro YO, con palabras sencillas: lo que pensamos y sentimos frente a situaciones difíciles que nos reta la vida. El gran psicoanalista Jacques Lacan afirmaba que todos buscamos reflejarnos en nuestro YO ideal, es decir, buscamos en otras personas una realización del ideal que nosotros quisiéramos ser, ya sea para amarlo o para odiarlo. En mi caso, ese YO ideal fue un niño imaginario, es decir, buscaba reflejarme en ese niño imaginario e ideal, al escribir estos poemas. Cada estrofa aquí escrita, fue fruto de etapas difíciles como adulto, y en algunas ocasiones las escribí con profunda tristeza, queriendo reflejarme en ese niño imaginario e ideal: niño fuerte y amado, que entiende que Dios existe, y que sabe de sus dificultades, que lo ama y que además está a su lado para cuidarlo, protegerlo, y en el momento indicado explicarle el por qué las pruebas. Una técnica de autoayuda que descubrí entonces, fue que los momentos de adversidad las podía combatir reflejándome en ese niño imaginario, que fue sufrido, pero también fuerte, noble y capaz y que no se rinde ante la adversidad. Un niño imaginario e ideal, que no fue amado, y sin embargo, ese niño estaba dispuesto a amar incondicionalmente. En esas circunstancias es que fluyen de manera casi natural estos versos, vuelvo a repetir, escritas por adulto, reflejándose en un niño imaginario ideal que es fuerte y que finalmente va a salir victorioso de las pruebas.